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sábado, 14 de abril de 2012

14 de abril de 1912

Llamaban al Titanic el buque de los sueños. Y lo era... Realmente lo era.


El hundimiento del transatlántico cumple hoy cien años de historia, testimonios, emoción y tristeza por aquellas víctimas que fallecieron en su cuarto día surcando los mares.
Un capitán, que no abandonó el barco;  la "insumergible" Molly Brown, una dama de primera clase que salvo a pasajeros de 2º y tercera de morir congelados en las gélidas aguas del Atlántico; los cientos de personas que no se encontraban en las listas que enumeran el gran pergamino de los fantasmas del Titanic; y como olvidar la orquesta, cuando sus músicos, hasta el último momento, no abandonaron sus armas: los instrumentos.
Una historia que dio soporte a una película de amor y tragedia. Pero no se queda ahí. La historia de Jack y Rose Dawson representa a todos. Los que tenían planes de boda y los que no. Los que contaban con hijos, nietos y biznietos. Otros que esperaban un destino incierto y buscaban en la ciudad norteamericana la oportunidad de su vida. 
Sin embargo, miles de sueños e ilusiones perecieron la noche del 14 de abril en las lúgubres aguas del océano.
Las historias de amor no se condicionan, no hay reglas, ni tiempo... Ni siquiera espacio. Va y viene. Te lo quitan como un caramelo un niño y sólo te deja lágrimas que engloban un profundo dolor.
Son gotas de agua dulce que nos liberan de un día bochornoso. Sentimientos que aceleran nuestra actividad cardíaca y que nos ruborizan en el momento menos oportuno.
Las personas son seres humanos con sus pros y sus contras, que no dejan de necesitar aire para respirar y un día cruzado para reventar con el que esté más cerca. No todas se merecen una oportunidad pero tampoco dejar en el hastío a el hombre de tu vida por una mala experiencia.
Debemos tomarnos la vida tal y como viene. No hay marcha atrás, ni elección posible para saber quien se sentará a tu lado en un asiento de autobús, te caigan todos los libros y te ayude a recogerlos ni siquiera para adivinar cuantas miradas se perdieron en el silencio.
Amar hasta caer rendido y soñar hasta dormirse. No dejar vencerse con el día a día, ni tampoco echar por tierra cuantas ilusiones tengas. 
Haz que cuente
R.M.S. Titanic