Seguidores

lunes, 16 de julio de 2012

La despedida

Las manecillas del reloj perdieron la noción del tiempo. Había llegado el día en el que Sara debía decir adiós a su tierra por unos meses para seguir con su vida de universitaria en el otro extremo del país.

-La ropa, las libretas, el DNI, los libros, mis discos, el móvil...



Y empezó a sonar, parecía un loco solitario el día que se encontró con un ser vivo después de semanas a la deriva.
-Sara!!- Gritó una voz expectante
-Hola Leire, ¿cómo estás?- Pregunté sonriente
-Muy bien. Llamaba para desearte un buen viaje que la fiesta de ayer para despedirte quedó en nada, aunque lo pasáramos bien. Y, y... Que te voy a echar de menos - Susurró con la voz entrecortada por las lágrimas.
- Estaré bien y vendré pronto. Y saldremos a destruir las discotecas y a conocer canis... Para que luego pases un año recordándomelo y riéndote. Tonta que voy a estar aquí en nada y procura estar atenta que te llamaré para saber novedades. - Reí- Aunque en este momento me apetezca atravesar el teléfono y darle un fuerte abrazo a una de mis mejores amigas, a la que estuvo en las buenas y malas y con la que aprendí que se puede llorar también de alegría, de tantos buenos momentos... Todos aquellos que sellaron a fuego un verano y las sonrisas permanentes. Esos días que nos dieron alas para soñar despiertas y conocer gente increíble- Pensé.
-¿Sara estás ahí? que no me contestas jajajaja, ya viste a algún armario fijo... Pues eso, que tengas un buen viaje cuídate mucho ya me invitarás a la fiesta que habrá por allí- Ríe.- Un beso cuídate, hasta luego.
-Hasta luego, gracias por llamar un beso.

Así con una sonrisa, las dos amigas colgaron sus teléfonos envueltas en un suspiro que, para el que no lo entienda, dice todo lo que un presidente de gobierno lleva escrito en sus papeles, lo que un amigo piensa tras pasar varias noches pasándolo en grande con gente nueva. Un suspiro lleno de adrenalina.

Eso mismo le iba a estremecer cada rincón de su cuerpo pero, no a Sara, a Marcos. En una habitación  pintada tímidamente de colores cálidos, con la ropa en la silla, el ordenador y unas cuantas latas de Red Bull en la mesa, sin olvidar el despertador que pasó desapercibido.

-Mierda... Me dormí- Despertó sin aire en los pulmones y sin que el momento inoportuno le dejara llenar su cuerpo de oxígeno para que sus pies pisasen el suelo.

Se vistió tan rápido como pudo, cogió la cartera y las llaves de coche. Dejó una nota encima de la encimera de la cocina: "Mamá, Sara se marcha hoy no sé si llegaré a tiempo a verla pero no puedo esperar a que llegues a casa. En cuanto marché volveré. No tardaré te lo prometo. Marcos".

Y así, en un abrir y cerrar de ojos, se esfumó de la casa para coger el coche y despedirse de una buena amiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario