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sábado, 15 de septiembre de 2012

Perdiendo la fe

Era tarde. Como cada día, mes o año siempre se hacía tarde. La brisa marina ambientaba la noche. Las olas rompían junto a los atolondrados pensamientos de una chiquilla que se sentaba al borde de un pedrero. Su mirada apuntaba al horizonte donde se perdía ella, el mar y sus recuerdos. El viento atizaba cada vez más frío en ráfagas que la envolvían y acunaban en esa peculiar noche veraniega.

[...

El tren llegó exhalando el último suspiro del día. Él se bajó, miró a cada lado de la estación sin encontrar un motivo para sonreír. Nada. Todo.
-¿Dónde estará esta rapacina?-murmuró.

Asturias. Con su paisajes y su gracia. Su gente, sus escondrijos y sendas. Su amor a lo bueno y los momentos que te roban el corazón. Lugares que se quedan con nuestras almas con el toque de sus manos. Así, como si nada. Tierra de lluvias y mal tiempo. De trabajadores, sidras y sentimiento histórico. Asturias, tierra de tierras, de amores, de atardeceres y acantilados. El hogar en el que habita la mitología y la magia cualquier día del año. Asturias...

El muchacho echó a correr sin rumbo, en busca del final del asfalto, de la gente, sus bromas y chistes inundados en vino. Un sentimiento tenía encadenado su corazón, mientras que, los pensamientos lo atosigaban envenenando su cabeza.
-Llegaré tarde y no me lo perdonaré nunca- Pensó.

Así sus pies volaron acompañando al viento, como un halcón peregrino. Nadie respondía a las llamadas, ni a sus gritos...
Cayó de rodillas en la negrura de un callejón sin salida, exhausto y ahogado entre sangrantes lágrimas.

[...

Blanco era su vestido y su melena rubia jugueteaba con los murciélagos que salieron de caza sedientos de nuevas víctimas.
-Ya nada tiene sentido. Ni el tiempo ni la espera... El infierno poco tardará en encerrar este mundo en llamas.

Quería librarse de ese tormento aunque tuviera que perecer junto a sus pensamientos. La soledad no ayudaba para dar luz a la maraña  de dudas que anidaron como un nido de serpientes en su mente.

Se despojó de su vestido, de sus cosas... Desparramó las fotos de su cartera como cientos de agujas sobre aquellas rocas. Fotografías de carnet serias, sonrientes, cargadas de recuerdos y de tristeza. Esas personas ya no estaban junto a ella. Lo había perdido todo. O eso creía...

[...

Una playa. Multitud de castillos de arena, pozos, hinchables y balones. Niños y mayores. Risas.

-No pido mucho. Si alguien intenta conquistarme tiene que llevarme allí de noche- señaló a un pedrero a lo lejos de la orilla- Significa mucho para mí.

El recuerdo se esfumó tan rápido de la mente del muchacho que en un abrir y cerrar de ojos estaba allí, en el pedrero, envuelto en la oscuridad de la noche cuando de repente vio un vestido blanco volar...

-¡¡Sara!! No lo hagas. No lo has perdido todo. ¡¡No lo hagas!! - Gritó con las pocas fuerzas que le quedaban, desfallecido y con el corazón roto en mil pedazos al ver a la joven saltar al vacío entre los grandes bloques de piedra.

Se paró el mundo, las olas, los murciélagos y su respiración. Sus piernas no respondían y las lágrimas se debatían en duelo por caer a la tierra.

-Sara...-Suspiró cayendo a un sueño oscuro y profundo, no la noche.



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