- Luz, mucha luz. Varias rostros difusos me rodean, con sus batas blancas y mascarillas. Su expresión de alegría o de espera. Gesto, sudor... Todo a contrarreloj.- Pensé.
-¡¡Sara!! ¡¡Estás despierta!! - Exclama una voz fémina desde una esquina de la sala.- ¡¡Sara ha abierto los ojos!! ¡¡ Qué alegría!!
- Hmmm... ¿Qué ha pasado? Estoy llena de cables y de ven...¡Ay!... Puntos... - Me quejé.
Él se acerca, con los ojos desbordados por lágrimas y una sonrisa de oreja a oreja.
-Sara... Qué alegría... Estás despierta. Te estuve buscando por todo el hospital... Se habrán dado cuenta ahora los médicos de que ya...
-Emm... ¿y tú quién eres?- Le corté.
Todos los que se encontraban en la sala en aquel momento se quedaron atónitos. ¿Quién era?, ¿cómo que quién era?.
-No sé por qué te alegras tanto, perdona que te diga, pero no te conozco de nada.- Dije.
-Pero... Sara... Te conozco desde hace...
-Mira no sé quien eres ni lo que quieres, sólo sé que estoy aquí cableada, entera vendada y sin saber cómo llegue. ¿No será cosa tuya que yo acabara aquí, verdad?. Un chico, quizás arrepentido, que viene hasta aquí para disculparse de lo que le ha hecho a una chiquilla cualquiera- Ironicé- ¿Qué soy la número 20 de tu lista negra?. Si has venido aquí para reírte de mí, no lo has conseguido... Vete con tus bromas de mal gusto a otra parte, a mí déjame tranquila que bastante tengo con estar aquí maniatada.
-Pe.. Pero...
-Fuera.- Le corté señalando la puerta.
Así, sin mano izquierda... Ni derecha por supuesto. Con rotundidad, mal humor y una mirada dura.
Sin miramientos. Se volvió a echar en la cama mientras había robado a cuchilladas el motivo de vivir de aquel buen chico.
-Adiós Sara... Espero que te recuperes pronto- Dijo entre lágrimas mientras dejaba tras de sí a la gente de la habitación, los cables y los médicos, las sangrantes palabras que le arrebataron el aire y su gran amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario