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lunes, 27 de febrero de 2012

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Arrepentirse de algo es innecesario. Toda experiencia traza un camino. Caes, te levantas y todo queda en cicatrices. La película se repite con otras situaciones, personas y argumentos. La vida pone a prueba todo lo que has aprendido: superar tus miedos, saber dar la espalda a un gran amor y dejar de contar a cientos de personas que piensas que estarán junto a ti.
La vida es toda buena película que entrama las moralejas, anécdotas y trucos. Oh sí, me encantan los trucos. Más aún compartirlos con un puñado de palomitas y como banda sonora la risa de mis amigos.
Las lágrimas son un pasatiempo amargo, pero te permiten liberar todas las tensiones del corazón: el miedo, la felicidad, la risa, el olvido y el más profundo dolor. Mientras que la sonrisa, gran temida por las envidias, es capaz de lapidar toda satisfacción del susodicho que espera una cara larga, enfado o una frase fuera de tono.
Sea para ocultar la tristeza o tan simple cuando te invade la felicidad.
Nunca te arrepientas de nada. Vive al máximo pues no sabes si mañana seguirás en este mundo para contarlo.

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