Seguidores

domingo, 6 de noviembre de 2011

Las cosas buenas nunca cambian

Llueve. Es una mañana fría y gris, predecesora del cercano invierno. Abrazo fuerte a la almohada y me enredo entre cientos de mantas y sábanas. No quiero salir. Sonrío, doy una vuelta y otra. Sigue lloviendo. 
Suena el teléfono. "¡Qué fastidio!"- Pienso para mis adentros. Y me apresuró a contestar la llamada con un notable mal humor.
-Buenos días princesa- Dice una dulce voz.
Mis piernas tiemblan y el corazón se acelera.
-Buenos días... - contesté haciendo una pausa.
La conversación duró tan sólo unos minutos, entre risas y murmullos, frases sin sentido para quien no entienda de amores... Y sí, acabaré saliendo de casa por la tarde, de mi dulce cama llena de mantas, edredones y sábanas por doquier. Ha dejado de llover. El triste día del precoz invierno, ha dado paso a un brillante Sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario